La muerte en enero de Dolores O’Riordan, cantante de la banda irlandesa The Cranberries, conmovió al mundo de la música.
El cadáver de la mujer fue encontrado el pasado 15 de enero sumergido en una tina de baño en un hotel de Londres, donde se encontraba participando en una grabación musical.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que su muerte fue un accidente. El cuerpo de la cantante fue encontrado sin vida en la bañera con la nariz y la boca bajo el agua. Las pruebas de toxicología mostraron que en la sangre de O’Riordan había medicamentos, pero solo en cantidades “terapéuticas”, y también 330 mg de alcohol por 100 ml de sangre, lo que supera por cuatro veces el límite permitido para conducir en el Reino Unido (80 mg).
La muerte de la cantante, que falleció en Londres a los 46 años el 15 de enero, ha sido descrita como “ahogamiento por intoxicación con alcohol”.
La banda se había embarcado en una gira por Reino Unido y Europa en 2017, pero tuvo que cancelarse en mayo por los problemas de salud de O’Riordan. En ese entonces, el sitio web oficial de The Cranberries citó “razones médicas asociadas con un problema de la espalda” que impidió que la cantante actuara.
Antes de la pasada Navidad, O’Riordan publicó en Facebook que estaba “sintiéndose bien” y que había hecho su “primer concierto en meses”, lo que llevó a los fans a creer que pronto volvería a presentarse.
En un comunicado emitido después de la audiencia, la banda The Cranberries dijo: “Dolores vivirá eternamente en su música”.